La ciencia y arte de la Prótesis Parcial Removible (PPR) tiene una larga y exitosa historia como una parte integral de la odontología. Está soportada por un gran bagaje de conocimientos basados en la investigación y en la experiencia clínica. La PPR tiene como objetivo reemplazar los dientes y las estructuras vecinas perdidas, preservando y mejorando la salud de los dientes y de las estructuras remanentes asociadas. El tratamiento protésico debe conseguir la preservación duradera de los dientes remanentes, más que la restauración meticulosa de los ausentes. Esta prótesis es ampliamente usada para el tratamiento de edéntulos parciales y es una buena alternativa, económica y fácil de hacer para rehabilitar al desdentado parcial.

Lamentablemente, pese a la utilidad que ofrece la PPR, es el servicio más descuidado y negligente ofrecido por los dentistas. En general, un altísimo porcentaje no asume la responsabilidad del diseño y delega esta función al técnico de laboratorio, que fabrica la estructura metálica sin la apropiada y congruente preparación de los dientes que deben soportar los apoyos de los retenedores directos e indirectos de la prótesis; y no tiene la información necesaria ni el conocimiento de las condiciones de la boca que está tratando. Por lo tanto, es deber del dentista asumir la responsabilidad del diseño para preservar los principios biológicos y mecánicos sin causar iatrogenia en la boca de los pacientes que confían en su capacidad profesional.

A continuación, se presenta el caso de una mujer de 94 años que perdió su prótesis parcial fija que reponía los dientes 1.3-2.3. Tras la curación de los alveolos, se diseñó y confeccionó una PPR que le restauró la éstica y función. Para ello, el odontólogo diseñó el tipo de retenedores de la prótesis y preparó los dientes para recibir sus apoyos.