Cualquiera de los dientes permanentes, temporales o supernumerarios pueden permanecer retenidos. Incluso existen casos de inclusión secundaria de los molares temporales. Sin embargo, los más frecuentes son los terceros molares y los caninos superiores.
Son múltiples las causas que determinan una retención dentaria o los factores que la condicionan. Ellas pueden ser locales en las que intervienen la situación alejada del diente (canino superior), origen embriológico (tercer molar), falta de espacio (tercer molar inferior y canino superior), obstáculos mecánicos (dientes inclinados que obstruyen el paso, dientes supernumerarios, odontomas…); y generales en las que intervienen diferentes síndromes y herencia genética.
El tercer molar es el último diente en erupcionar y lo hace al inicio de la edad adulta (sobre los 20 años) por este motivo se le denomina muela del juicio, molar de la cordura o cordal. A lo largo de la evolución del hombre la dimensión de los maxilares ha ido disminuyendo progresivamente mientras que la de los dientes se ha mantenido sensiblemente igual que en los orígenes. El espacio en la arcada dentaria del que antiguamente se disponía actualmente ha desaparecido y esto ha provocado que la muela del juicio fácilmente pueda quedar impactada o sufrir desplazamientos.
Aunque en ocasiones los cordales incluidos pueden permanecer asintomáticos y sin desarrollar complicaciones durante toda la vida, lo más frecuente es que estos dientes participen en distintos procesos patológicos infecciosos, mecánicos, reflejos, quísticos y tumorales que nos obliguen a su extracción quirúrgica.
En pacientes jóvenes asintomáticos (antes de los 25 años) en los que el tercer molar no tenga un mínimo de 2 mm. de hueso en todo su perímetro, y ante la certeza de que el diente no tenga espacio para erupcionar favorablemente, solemos indicar la extracción profiláctica antes de que acontezcan los problemas anteriormente mencionados.
Inclusión de ambas muelas del juicio superiores
Inclusión de ambas muelas del juicio superiores